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Desmantelada una fábrica ilegal con capacidad para producir un millón de cigarrillos al día

La Policía Nacional, en una investigación conjunta con Vigilancia Aduanera, ha desmantelado una fábrica clandestina de tabaco con capacidad para producir un millón de cigarrillos ilegales al día. Durante el operativo, una de las naves sufrió un incendio por origen desconocido que tendría por objeto hacer desaparecer el tabaco almacenado en su interior.

Nacional | 11/01/2021

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La organización internacional dedicada a esta actividad había instalado un centro de fabricación ilegal de cigarrillos con infraestructura en las localidades sevillanas de Marchena, Écija y Bormujos así como en Lucena (Córdoba).

Finalmente esta operación ha permitido intervenir 45.500 cajetillas, 4.200 kilos de picadura y 10.320 kilos de hoja de tabaco junto a maquinaria específica para su tratamiento, todo ello por un valor aproximado a los 1,5 millones de euros. En total son doce las personas detenidas con nacionalidades española, ucraniana y bielorrusa.

Todas las actuaciones, junto con los detenidos y la mercancía intervenida han sido puestos a disposición del juzgado de Instrucción nº 1 de Marchena y no se descartan nuevas detenciones en los próximos días.

Condiciones inhumanas

Los trabajadores de las fábricas clandestinas vivían en su interior sin posibilidad de salir siendo otros quienes les llevaban las materias primas con la comida y la bebida, quedando en todo momento bajo el control de uno de los responsables de la organización. Mientras, la organización dirigía el negocio ilegal desde un chalet de lujo situado en la localidad de Bormujos.

En la realización de la fase primaria, la organización utilizaba dos naves situadas en Lucena, donde trabajaban tres personas de nacionalidad ucraniana que se encontraban de forma irregular en España. La fase final se realizaba en la nave de Marchena, donde se encontraban tres individuos de nacionalidad bielorrusa y un ucraniano.

Los trabajadores vivían hacinados en una sola habitación sin ventanas, y habían quedado incomunicados tras la incautación de sus teléfonos móviles, por parte de los cabecillas de la organización, a su llegada a España.

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